JOSÉ MARTÍNEZ M.
Un viejo compañero con el que compartí durante años –junto con
otros colegas– un espacio en uno de los diarios más importantes del país y que
ahora se gana la vida como profesor universitario me increpó en un par de
ocasiones por mis criticas al presidente Obrador, tenía algo de razón mi amigo,
parecía como si yo participara en una campaña en contra del tabasqueño. Le dije
por supuesto que esa no era mi motivación. Le extrañaba porque he escrito
varios libros sobre conspicuos personajes políticos, principalmente del PRI y
el PAN. Nunca me he considerado de izquierda y mucho menos de la derecha. Jamás
he pertenecido a partido político alguno. Simplemente me considero una persona
común, como la gran mayoría de la gente, pero la diferencia es que yo me he
ganado la vida como periodista durante casi toda mi vida y pienso seguir así
hasta el último suspiro. Considero que un periodista no puede dejar hacer ni
dejar pasar cuando están en juego asuntos vitales de nuestra democracia, como
es ahora el caso del gobierno que preside Obrador. Estoy convencido de que
debemos actuar con rigor y discutir con la mayor responsabilidad en los medios,
como trato de hacerlo desde esta trinchera. Los medios de comunicación son
herramientas que deben servir a la construcción de un Estado democrático.
Lamentablemente, desde hace muchísimos años ha existido una vinculación de los
propietarios de los medios con los políticos que dio paso a una
interdependencia para maximizar sus virtudes y minimizar sus defectos. Es
explicable, pues, que los ajustes al presupuesto de publicidad y propaganda
oficial ha repercutido en las finanzas de los medios, que lastimosamente
estaban más enfocados a servir al poder que a los lectores. Pareciera que hoy
en día todo está revuelto, aunque yo no le veo así. Por desgracia el gobierno de
Obrador tiene un severo problema en el manejo de la comunicación social. El
Presidente quisiera que todos los días los periodistas lo alabaran, pero eso es
imposible. Considero que todos, sino una amplia mayoría al menos, estaremos de
acuerdo en que no deben existir poderes ilimitados porque eso no es concebible
en una democracia, de ahí que los medios sean un contrapeso social pero con
responsabilidad ética, porque sabemos que abundan las empresas informativas
éticamente repugnantes y algunos comunicadores corruptos y mentirosos. Sabemos
que no es una práctica común el escrutinio público de los medios, lo que
abundan son golpes bajos y filtraciones. La prensa es un espacio de
socialización y de multiplicación del derecho a saber en rubros como el manejo de
los presupuestos o las elecciones, por poner unos ejemplos. Pero al Presidente
le incomoda la crítica y opta una y otra vez por la descalificación y los
insultos. Para él, sólo un puñado de periodistas está de lado de su proyecto
político y con los cuales se identifica ideológicamente (¿?) Para los
periodistas mexicanos ha sido un largo peregrinar la lucha por la libertad de
expresión, el mismo Presidente así lo ha reconocido. El caso emblemático de
nuestra prensa quizás sea el de Belisario Domínguez, quien tuvo una muerte
trágica por órdenes del usurpador Victoriano Huerta, a quien Domínguez fustigó
por el asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José
María Pino Suárez. Para honrar la memoria de este insigne personaje desde hace 67
años el Senado de la República instituyó una medalla con su nombre como el
mayor honor que otorga, cada 7 de octubre, a un mexicano distinguido. Quizás el
Presidente logre entender o entre en razón de que nuestras desdichas no son
simples causas del neoliberalismo. Son múltiples los factores. Eso es motivo de
un debate. El tema ahora es el papel que juegan y aquel que deberían jugar los
medios de comunicación en una sociedad democrática. Es preocupante que la gran
mayoría, sino de manera unánime, de los comentaristas políticos coincidan en
sus críticas hacia el gobierno pero particularmente hacia el Presidente. Sería
bueno que el propio Obrador comenzara por hacer un ejercicio de introspección y
tal vez, a lo mejor, tendría un cambio de actitud. De no hacerlo su soberbia
arrastrara al país a una crisis sin precedentes. De hecho, ya lo estamos. Pongo
punto final en estas líneas tratando entender el odio del presidente a los
periodistas.
***
El de las redes sociales es otro tema. En las redes los internautas se confrontan como en una arena de la lucha libre, todos contra todos. Se interactúa frivolizando e insultando a diestra y siniestra sin argumentos, a favor o en contra. No logran contener su pasiones políticas y eso los descalifica.
El de las redes sociales es otro tema. En las redes los internautas se confrontan como en una arena de la lucha libre, todos contra todos. Se interactúa frivolizando e insultando a diestra y siniestra sin argumentos, a favor o en contra. No logran contener su pasiones políticas y eso los descalifica.
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