lunes, 27 de abril de 2020

OBRADOR Y LOS PERIODISTAS




 
 JOSÉ MARTÍNEZ M.

Un viejo compañero con el que compartí durante años –junto con otros colegas– un espacio en uno de los diarios más importantes del país y que ahora se gana la vida como profesor universitario me increpó en un par de ocasiones por mis criticas al presidente Obrador, tenía algo de razón mi amigo, parecía como si yo participara en una campaña en contra del tabasqueño. Le dije por supuesto que esa no era mi motivación. Le extrañaba porque he escrito varios libros sobre conspicuos personajes políticos, principalmente del PRI y el PAN. Nunca me he considerado de izquierda y mucho menos de la derecha. Jamás he pertenecido a partido político alguno. Simplemente me considero una persona común, como la gran mayoría de la gente, pero la diferencia es que yo me he ganado la vida como periodista durante casi toda mi vida y pienso seguir así hasta el último suspiro. Considero que un periodista no puede dejar hacer ni dejar pasar cuando están en juego asuntos vitales de nuestra democracia, como es ahora el caso del gobierno que preside Obrador. Estoy convencido de que debemos actuar con rigor y discutir con la mayor responsabilidad en los medios, como trato de hacerlo desde esta trinchera. Los medios de comunicación son herramientas que deben servir a la construcción de un Estado democrático. Lamentablemente, desde hace muchísimos años ha existido una vinculación de los propietarios de los medios con los políticos que dio paso a una interdependencia para maximizar sus virtudes y minimizar sus defectos. Es explicable, pues, que los ajustes al presupuesto de publicidad y propaganda oficial ha repercutido en las finanzas de los medios, que lastimosamente estaban más enfocados a servir al poder que a los lectores. Pareciera que hoy en día todo está revuelto, aunque yo no le veo así. Por desgracia el gobierno de Obrador tiene un severo problema en el manejo de la comunicación social. El Presidente quisiera que todos los días los periodistas lo alabaran, pero eso es imposible. Considero que todos, sino una amplia mayoría al menos, estaremos de acuerdo en que no deben existir poderes ilimitados porque eso no es concebible en una democracia, de ahí que los medios sean un contrapeso social pero con responsabilidad ética, porque sabemos que abundan las empresas informativas éticamente repugnantes y algunos comunicadores corruptos y mentirosos. Sabemos que no es una práctica común el escrutinio público de los medios, lo que abundan son golpes bajos y filtraciones. La prensa es un espacio de socialización y de multiplicación del derecho a saber en rubros como el manejo de los presupuestos o las elecciones, por poner unos ejemplos. Pero al Presidente le incomoda la crítica y opta una y otra vez por la descalificación y los insultos. Para él, sólo un puñado de periodistas está de lado de su proyecto político y con los cuales se identifica ideológicamente (¿?) Para los periodistas mexicanos ha sido un largo peregrinar la lucha por la libertad de expresión, el mismo Presidente así lo ha reconocido. El caso emblemático de nuestra prensa quizás sea el de Belisario Domínguez, quien tuvo una muerte trágica por órdenes del usurpador Victoriano Huerta, a quien Domínguez fustigó por el asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez. Para honrar la memoria de este insigne personaje desde hace 67 años el Senado de la República instituyó una medalla con su nombre como el mayor honor que otorga, cada 7 de octubre, a un mexicano distinguido. Quizás el Presidente logre entender o entre en razón de que nuestras desdichas no son simples causas del neoliberalismo. Son múltiples los factores. Eso es motivo de un debate. El tema ahora es el papel que juegan y aquel que deberían jugar los medios de comunicación en una sociedad democrática. Es preocupante que la gran mayoría, sino de manera unánime, de los comentaristas políticos coincidan en sus críticas hacia el gobierno pero particularmente hacia el Presidente. Sería bueno que el propio Obrador comenzara por hacer un ejercicio de introspección y tal vez, a lo mejor, tendría un cambio de actitud. De no hacerlo su soberbia arrastrara al país a una crisis sin precedentes. De hecho, ya lo estamos. Pongo punto final en estas líneas tratando entender el odio del presidente a los periodistas.
***
El de las redes sociales es otro tema. En las redes los internautas se confrontan como en una arena de la lucha libre, todos contra todos. Se interactúa frivolizando e insultando a diestra y siniestra sin argumentos, a favor o en contra. No logran contener su pasiones políticas y eso los descalifica.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario