Carlos Ramírez
http://indicadorpolitico.mx
@carlosramirezh
Como siempre ocurre, sobre
todo en los últimos tiempos de crisis y desagregación de lealtades, las
teorías de las conspiraciones suelen enredar ciertos incidentes y
hacerlos complejos. Pero debe aplicarse el modelo analítico de la navaja
de Ockham que dice que la explicación más sencilla es la verdadera.
La
frase de Javier Alatorre sobre el vocero sanitario Hugo López-Gatell en
su noticiero nocturno de TV Azteca se ha citado incompleta y
tergiversada: sólo dijo lo que ya han dicho muchos: no hagan caso a las cifras
de López-Gatell porque no son ciertas y están gubernamentalizadas.
Y lo dijo al informar de la queja del gobernador bajacaliforniano Jaime Bonilla
Valdez, quien, en efecto, ha encarado las cifras del subsecretario de la
SSA y ha revelado cifras mayores de infectados y fallecidos.
Lo
paradójico --para no decir cómico-- fue que críticos de López-Gatell
salieron en su defensa y con ello avalaron las irregularidades en la
danza de cifras. Y lo han hecho sin entender que las contradicciones en las
cifras diarias del funcionario no hay torpeza, ni falta de control de
datos, ni cansancio, sino que ofrecen indicios de una estrategia de desinformación
como mecanismo de desmovilización social. Al carecerse de
información veraz, todo análisis crítico es falaz.
El
trasfondo es más preocupante: al centralizar la información del coronavirus
en la conferencia de prensa presidencial de dos horas y sólo de lunes a
viernes --sábado y domingo se da un silencio informativo que alimenta
cualquier conspiración--, entonces una de las más severas crisis de salud y con
graves derivaciones políticas y sociales queda en el territorio apache --hostil,
diría el escritor Arturo Pérez Reverte-- de la no-comunicación social
del gobierno --concepto creado por el columnista Manuel Buendía-- como política
de comunicación social del gobierno: informar para desinformar y que la
desinformación desoriente a los críticos y a la oposición.
La
aparición somnolienta de la secretaria de Gobernación para regañar a dos
diarios de Chihuahua y para apercibir a TV Azteca y al conductor
Alatorre sería otro elemento de la no-comunicación social del gobierno:
no informar de manera oficial sobre un virus que ha afectado la vida nacional,
pero si aplicar todo el peso de la ley contra los que violan protocolos
autoritarios. Si Alatorre llevara su caso a la Suprema Corte de Justicia como censura
a la libertad de expresión, sin duda que lo exonerarían y con ello avergonzaría
--es un decir-- a la somnolienta ministra jubilada de la Corte Olga Sánchez
Cordero, hoy en pasmosa fase de desconocimiento de la interpretación de
las leyes.
Pero
ya todo es parte del circo de distracción de las reacciones oficiales
ante los efectos depredadores del COVID-19. Y el gran perdedor fue
López-Gatell, pues desde la frase de Javier Alatorre todos han estado
encontrando más inconsistencias --para decir lo menos-- en sus reportes
y en su sobreexposición mediática, con los excesos propios del showman que
ha aprendido a juguetear con el público. En lugar de aclarar las quejas
contra sus dichos, López-Gatell sigue sin explicar contradicciones y
prefiere el aparato autoritario y censor de la secretaria Sánchez
Cordero.
Y
queda, al final, Alatorre, víctima propiciatoria de Sánchez Cordero,
porque el responsable de la queja contra López-Gatell es el gobernador
Bonilla, a quien la ministra jubilada de la Corte avaló obsequiosamente
su mecanismo para agandallarse de la gubernatura por cinco años.
Ahora resulta que fraseos y opiniones de periodistas pueden caer en delitos de
prensa, retomando la definición de Francisco Zarco de que ciertas opiniones de
periodistas pueden ser una equivocación, pero nunca ser un delito. El apercibimiento
no es más que una orden casi judicial que prohíbe a los críticos
cuestionar los mensajes oficiales, es decir, una regla de censura a la
crítica.
España. Como uno de los países más dañados
por el virus y con un gobierno socialdemócrata-populista que quiere ahondar su
espacio político, España se enfrenta a dos realidades: su banco central
aventuró una caída del PIB de -13% y las encuestas bajan aprobación al gobierno
PSOE-Podemos.
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