JOSÉ MARTÍNEZ M.
Hay liderazgos que trascienden a los partidos políticos. Es el caso de Anabel Ávalos, candidata al gobierno de Tlaxcala.
Durante tres semanas, Anabell estuvo confinada tras haber contraído el Covid. La pesadilla de la enfermedad la pasó en compañía de sus hijos. Venció al Covid y salió fortalecida, con ánimos de dar la más dura de sus batallas políticas.
Mujer de temple, de mano firme pero de una sensibilidad política, como pocos, Anabell es ante todo una persona común que goza de un prestigio entre sus pares y los ciudadanos.
Ganó a pulso la nominación a la candidatura para gobernar Tlaxcala. Su paso por el gobierno de la capital tlaxcalteca consolidó sus aspiraciones.
Sin trampas ni arreglos bajo la mesa, como suele ocurrir en la política a la mexicana, Anabell mereció la confianza de diversos partidos que conforman una coalición integrada por el PRI, PAN, PRD y otras organizaciones locales (PAC y PS). En su partido no hubo necesidad de confrontarse con nadie, su nominación era considerada como una expresión “natural” de su reconocida trayectoria política.
A su postulación se sumaron los demás partidos en una muestra de confianza a su liderazgo. Desde luego afectó el ego de sus contrincantes. No obstante, Anabell es la candidata de la conciliación y de la unidad política de los tlaxcaltecas cuya campaña va creciendo como la espuma.
La candidatura de Anabell contrasta con el manejo político de sus contrincantes aglutinados en torno de Morena.
En Tlaxcala todos están de acuerdo en que Morena es peor que un nido de serpientes.
Para decirlo de una manera más “elegante”, Morena en Tlaxcala –como ocurre en muchas partes del país con este partido– es como una canasta de manzanas podridas.
Hasta los aprendices de políticos, incluidos los más bisoños, nada más entran en contacto con esa cosa y se contagian. Como ocurre con el ganado, los políticos de las tribus de Morena abrevan de las aguas envenenadas de ese partido.
Morena, lo hemos subrayado, una y otra vez, está hecho como las salchichas, con los desperdicios de todas las organizaciones políticas.
Tlaxcala no es la excepción.
Esa condición engrandece la figura de personalidades como Anabell Ávalos, una mujer congruente con sus ideales y sus principios que se ha mantenido aferrada al timón pese a las tormentas.
Vienen días difíciles para el país. Desde el poder, Morena se apresta a contender a lo largo y ancho del país con los peores candidatos que se recuerden.
Las elecciones están en peligro, no solo por la pandemia y el gran fracaso de la política sanitaria del gobierno de Obrador para controlar el desastre provocado por el bicho, tanto en lo económico como en lo social, sino por la injerencia del Presidente en el proceso electoral, quien es parte esencial del engranaje de una guerra sucia de baja intensidad en materia electoral con el uso ilegal del presupuesto público a través de los “superdelegados” y los batallones de “servidores de la nación”.
De ahí la importancia de los liderazgos locales como el de Anabell Ávalos que representan la unidad de sus ciudadanos frente al discurso de la división y el odio promovido desde Palacio Nacional.
En los liderazgos locales está la clave para desmantelar el aparato fascista de Morena que busca ampliar su control político.
La mayor preocupación de los ciudadanos es contar con líderes políticos confiables y no en personajes arbitrarios que asumen el poder como un auténtico botín político.
El de Obrador es un ejemplo cruel de ello. Un gobierno integrado por una caterva de políticos despreciables.
En Tlaxcala, Lorena Cuéllar quien pretende gobernar el estado es un ejemplo vivo de la corrupción. Su obsesión por el poder mantiene dividido a su partido y constituye una amenaza para la estabilidad y el desarrollo de los tlaxcaltecas.
No es fortuito que Anabell Ávalos por su prestigio candidata de la Coalición “Unidos por Tlaxcala” encabece las preferencias electorales. Desde finales de 2020 comenzó a registrar un ascenso en las preferencias electorales que la coloca en franca competición con su única y verdadera rival quien ha terminada marcada por el desprestigio social y político y quien pretendió implantar un imperio político basado en la corrupción.
Sin duda se impondrá Anabell y marcará el final del reinado de Lorena Cuéllar quien pasó los últimos años de su vida brincando como chapulín de partido en partido,
Sí los pequeños triunfos del PRI en Coahuila e Hidalgo le dieron un poco de oxígeno a ese partido, Tlaxcala se perfila como un estado que no está dispuesto a rendirse ante Morena, el partido que simboliza la decadencia política del país.
Tiene razón Obrador cuando dice que no se puede derrotar a quien no quiere morirse. Ese es el PRI y sus aliados.
La alianza “Unidos por Tlaxcala” en el mes de enero emprendió una tendencia a la alza. Y eso solo es el principio.
Al margen de las encuestas y de los datos demoscópicos del INE, la alianza “Unidos por Tlaxcala” va in crescendo al ritmo de las campañas.
Mientras tanto, en Morena todo es opacidad y mentiras. Las pugnas internas en ese partido así lo confirman. Según datos oficiales de Morena, Dulce Silva estaba mejor posicionada que Lorena Cuéllar. Bien a bien, nadie sabe a qué intereses responde Cuéllar, quien se encuentra identificada con grupos mafiosos del estado de Puebla, uno de ellos es el capitaneado por el exgobernador Tony Gali, uno de los capos de los giros negros.
Cuéllar alegó que ganó la encuesta interna del partido, pero resultó falso y enfrenta un litigio ante la autoridad electoral por sus malas maniobras, al igual que denuncias en su contra por irregularidades financieras con el manejo de recursos federales de los programas de bienestar.
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