martes, 15 de diciembre de 2020

Contracolumna • MORENA, UN PARTIDO SALCHICHA • TLAXCALA, UNA DULCE DERROTA



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Bajo el disfraz de una falsa Cenicienta, Morena obtuvo un arrasador triunfo en las pasadas elecciones. Parecía un cuento de hadas para ser verdad. Después de los resultados insólitos del 2018, Morena terminó como una puta vieja a la que los electores no le quieren volver a ver la cara.
Morena quedó atrapado en sus propias contradicciones. Más que un partido, Morena es una caterva. Un partido hecho como las salchichas, con lo peor de los desperdicios de la política.
Sin liderazgo y en medio de disputas internas por el control del partido, Morena nos acaba de brindar un espectáculo deleznable en la guerra interna por las candidaturas.
El arribismo y el oportunismo han caracterizado al partido obradorista. Eso quedó claro en la reciente disputa por las candidaturas en los 15 estados en los que habrá elecciones para gobernador.
Desde su implementación, Morena fue construido de una manera semejante a las salchichas. No hay peor político que un morenista. Son peor que los caníbales. Se alimentan hasta de la carroña política.
En el negocio de las carnes se le llama obrador al productor de embutidos. Y en analogía a su origen, Obrador hizo un partido con todos los desperdicios de la política.
En Tlaxcala, justamente, la heredera de uno de los clanes del negocio de los embutidos, Dulce Silva –cuya familia es propietaria de la Empacadora Silva, incluye entre sus marcas la de El Cerdito, la más reconocida que lidera el mercado de carnes frías y embutidos en el sureste del país– se quejó del proceso interno en Morena al que calificó como un “cochinero”, toda vez que perdió la nominación a la gubernatura.
Tlaxcala resume lo que representa Morena en la política.
Gracias al dedazo –como en los viejos tiempos– Lorena Cuéllar Cisneros fue ungida como la candidata.
Impugnada por la misma base del partido y por sus contrincantes, Lorena Cuéllar llega bajo severos señalamientos de corrupción y nepotismo.
Que lo diga Dulce Silva no es cualquier cosa.
Dulce no es cualquier militante de Morena. Es una de las personas más cercanas al presidente Obrador. Es la esposa del colaborador más próximo al tabasqueño, César Yáñez, el amigo, cómplice y confidente de Obrador por más de 20 años.
Simplemente a Dulce Silva la “chamaquearon”. Gastó millones de pesos buscando “comprar” la candidatura. En cambio, Lorena Cuéllar garantiza a Obrador una fe ciega. Dulce cometió el error de despotricar en contra del presidente. Por instrucciones de la propia Lorena Cuéllar su equipo filtró una grabación en la que se escucha la voz de Dulce cuestionando al gobierno de su padrino de bodas.
Lorena quien es una persona sin escrúpulos atacó un día sí y otro también a su compañera de partido. La ambición la cegó y está dispuesta a cualquier cosa con tal de obtener su cometido.
Lorena ha pasado de partido en partido como una diestra saltimbanqui. Una verdadera acróbata de la política capaz de aliarse con Dios y con el diablo.
A espaldas de Morena, Lorena Cuéllar es impulsada por grupos identificados con el panismo, en particular del Yunque. Entre ellos, el exgobernador Antonio Gali, un empresario de los giros negros.
Dulce Silva acusa que la designación de Lorena es una traición a los principios de Morena en su lucha contra la corrupción.
Tras su amarga derrota, Dulce cuestionó la postulación en un comunicado en el que señala: “Es una lástima que la militancia de Morena haya sido engañada deliberadamente ofreciéndole un proceso legal, transparente y democrático y lo que en realidad se tuvo fue una negociación cupular…
“Llamo la atención de todos los militantes de Morena en torno del riesgo que corremos al entregar nuestro destino en manos de personas obsesionadas con el ejercicio del poder público, a pesar de haberse comprobado y estar en curso las investigaciones por acciones de corrupción, desvío de recursos y delitos de gravedad equiparable, de parte de la persona que fue nominada por Morena para competir por la gubernatura de Tlaxcala…”
Es la misma película en cada uno de los estados en los que habrá elecciones para gobernador.
En Morena, solo el silencio cómplice tiene recompensas. Un ejemplo de ello fue el nombramiento de Tatiana Clouthier en la secretaría de Economía a cambio de renunciar a sus aspiraciones para contender por la gubernatura de Nuevo León.
Tatiana cedió su lugar a Clara Luz Flores, quien militó 22 años en el PRI quien apenas en febrero pasado renunció al partido tricolor.
Con la nominación de Clara Luz, el presidente Obrador busca las simpatías del sector empresarial. El partido fue marginado y las bases ni siquiera fueron tomadas en cuenta.
Lo mismo ocurre en Tlaxcala y el resto del país. Morena hizo de la disputa por las candidaturas un cochinero. El gran elector es Obrador. Morena es solo un florero de la cuarta transformación.
Esta situación fortalece a la oposición. La alianza del PRI-PAN-PRD tiene el desafío de recuperar sus espacios políticos con candidatos identificados con las bases.
Al parecer los partidos que pasaron a la oposición tras los resultados insólitos del 2018, comienzan a recuperarse de la conmoción que les llevó a la derrota.
Los triunfos del PRI en Coahuila e Hidalgo abrigan esperanza a los priistas.
Así, ante una situación adversa, el PRI como el ave Fénix se apresta a renacer de sus propias cenizas.
En Tlaxcala todo parece indicar que el PRI se fortalece. Sobre ello abundaremos mañana en este espacio cuando abordemos el tema de las alianzas.

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