Carlos Ramírez
Si los jaloneos entre gobernadores y el presidente de la república
se convierten en agenda del debate corto, entonces esas confrontaciones podrían
ser la segunda oportunidad del vigente sistema/régimen/Estado priísta para
asumir una segunda alternancia en la presidencia.
Sin embargo, todo es confrontación, no proyecto de reorganización
del Estado centralista, unitario.
En la alternancia de Vicente Fox en el 2000 nació la
Conferencia Nacional de Gobernadores; hoy es el grupo disidente de
ejecutivos estatales. Ambas ocasiones han carecido de una reflexión urgente
para rescatar la transición a la democracia que no debe empantanarse
en el conflicto sólo electoral. El gobierno priísta de Peña Nieto representó el
último intento de restauración priísta y se está hundiendo en la
corrupción generalizada.
El problema radica que en el equipo político del presidente
López Obrador no existe reflexión sobre el camino político mexicano
desde 1968 y carece de un enfoque de las reglas y exigencias de toda
transición: el desmantelamiento del viejo régimen necesita de precisión
sobre la ineficacia de las viejas reglas y la urgencia de nuevas formas
de convivencia política.
En medio de la política de toma y daca y de campos minados, el
tema central de toda transición es la formalización de las formas republicanas
de gobierno. En España fueron las comunidades autónomas; en México son los
estados que no son ni libres ni soberanos, que representan casi
departamentos de la estructura centralista, que carecen de vida
productiva propia y que dependen en 90% de las aportaciones federales. La
crisis llego cuando el presidente y el PRI comenzaron a perder
elecciones locales y la oposición ganó estados sin autonomía. La lucha
entre una federación centralista unitaria y estados con autonomía relativa
dependientes del centro conducen a un colapso del federalismo.
Las reuniones del presidente López Obrador con grupos de
gobernadores van a fracasar porque no tienen un marco referencial de
transición del sistema centralista del régimen priísta a un federalismo libre y
soberano. Entidades petroleras pierden su petróleo y no reciben recursos
federales.
El eje del nuevo federalismo es el fiscal: el Estado
federal no puede seguir teniendo a los estados como recaudadores
y las entidades necesitan mayor vida productiva con impuestos locales. La
agenda de la actual CONAGO es parcial, sin en foques transicioncitas y
centralista.
La agenda política actual es de jaloneos y de conquistas
pírricas. No existe un diagnóstico de lo que falló en la transición del
2000 con Fox. Y los actuales gobernadores salieron de pequeños grupos de
poder, no de propuestas estratégicas transicioncitas y ya en el poder sueñan
con la silla presidencial y no con un proyecto de reorganización del
Estado
-o-
EE.UU: 2020. La designación de
Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia tiene tres lecturas:
la obvia: es negra, progresista y mujer; la compleja: Hillary Clinton
era progresista y mujer y la aplastó Trump; la intermedia: los estadunidenses
no votan por esas claves sino por el establishment que les garantice su confort.
El efecto Harris le pegó más al candidato Joe Biden que al
presidente Trump, porque los demócratas la vieron con más empaque para
enfrentar a Trump. Biden y Harris van a perder tiempo fijando sus
propios espacios de poder, no saben usar twitter ni redes y el cacique
demócrata Barack Obama siempre desdeñó a Biden.
Las dos ventajas efectistas --mujer y negra-- ya no son
proposiciones históricas; Hillary siempre supo que su condición de género no
le iba a dar votos y Obama dilapidó el valor político del color de la
piel al defraudara su comunidad afroamericana abandonándola a su
suerte y aumentado su pobreza.
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Política para dummies:
La política es la disputa permanente por el poder, no el entendimiento.
@carlosramirezh
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