JOSÉ MARTÍNEZ M.
México es el único país en el mundo donde los responsables de la catástrofe sanitaria son felicitados por el Presidente como si fueran unos héroes. El de la cuarta transformación es el mundo del revés.
Que podíamos esperar de un mandatario que justifica y defiende a los narcos porque él considera que “también son pueblo”. No importa que la violencia hasta ahora haya dejado más de 55 mil crímenes en lo que va de su gobierno.
Lo mismo ocurre con la corrupción de sus colaboradores, a los que defiende por ser supuestamente “víctimas” de “campañas sucias” de los “conservadores”.
México es, pues, el paraíso de la impunidad.
Pobre México.
No tenemos un Presidente tenemos un alcahuete.
Alcahuete es el que encubre y el que alaba, el que pretende obtener un beneficio.
Es lamentable que Gatell –el “científico de moda” – se deje manejar como una marioneta, como un muñeco de trapo por un político sin escrúpulos como es Obrador.
En cualquier otro país Gatell ya estaría tras las rejas. Es el principal corresponsable de la crisis sanitaria.
Gatell es como el borracho al que invitan agarrar la fiesta y que luego se justifica: “si ya saben cómo me pongo para que me invitan”.
Gatell es la versión 2.0 de la pandemia.
En 2009 Gatell incurrió en los mismos errores cuando estalló en México la gripe A (H1N1) cuando él estaba enfrente de aquella crisis como director general adjunto de Epidemiología en la Secretaría de Salud.
Su irresponsabilidad, lo llevó en aquella ocasión a no cumplir con las mínimas normas de salud pública que costaron la vida de más de mil personas y más de 70 mil contagiados con el virus de la influenza, en ese año a nivel global se registraron cerca de 61 millones de casos y alrededor de 600 mil personas murieron en el mundo a causa de la infección.
Ahora la responsabilidad de Gatell es mucho más grave. Durante cuatro meses negó la importancia del uso de las mascarillas y no aplicó las pruebas de Covid -19 por razones de “austeridad” y negligencia.
Tuvo la desfachatez y la falta de ética de considerar a Obrador como “una fuerza moral” … “el Presidente no es una fuerza de contagio”
y todavía de manera criminal él y el Conejo General de Salud
propusieron la aplicación de una guía bioética para decidir sobre la
vida de las personas al “seleccionar” a los enfermos de Covid dando
preferencia a los jóvenes.
Se trata de acciones meramente criminales.
Todo lo demás ya lo sabemos: manipulación de cifras verdaderas de fallecidos y contagiados malamente llamados “subregistros”, falta de previsión y una pésima estrategia donde el Presidente fue el primero en romper la disciplina del gobierno y el principal promotor de la politización de la pandemia.
En el mundo, países pobres y ricos, a diferencia de México, la crisis sanitaria tuvo consecuencias políticas, en muchos casos.
En Francia se abrió una Comisión encabezada por el fiscal general francés, François Molins, para juzgar los crímenes y delitos de miembros del gobierno sobre la gestión de la crisis del coronavirus contra. Los señalados son: Edouard Philippe, ex primer ministro; y Olivier Véran y Agnès Buzyn, todos ellos integrantes del gobierno del presidente Emmanuel Macron.
En México el presidente Obrador protege a Gatell pese a las evidencias en su contra.
En la Contracolumna hemos abordado el aspecto legal para que Gatell sea sometido a juicio político por su responsabilidad criminal en el manejo de la pandemia. Pero el presidente Obrador lo encubre y lo respalda, pues ambos comparten la misma responsabilidad.
El problema mayor de México es la impunidad.
Obrador cree que a él solamente lo puede juzgar la historia. Los cambios recientes a la Constitución le han retirado la inmunidad y puede y debe ser llevado a juicio político por romper la disciplina interna del gobierno en el manejo de la pandemia desde el momento mismo en que tomó la crisis sanitaria como un “chacoteo” al presumir su “protección” con estampas religiosas.
Existen las condiciones para someter al presidente Obrador y a Gatell a un juicio político por el manejo irresponsable ante la pandemia, debido a que su gobierno ha jugado con la vida.
La guía bioética atenta contra el derecho elemental de la preservación de la vida.
Es violatoria del Artículo 1, Constitucional de los derechos humanos.
Es violatoria del derecho a la Salud, previsto en el Artículo 4, Constitucional.
El Triaje, al decidir a quién no le ponen el aparato Respirador u otro que pueda salvar la vida, incurre en probable responsabilidad penal con sus agravantes.
Desde luego que procede el Amparo plenamente. Y hay incluso precedentes en este tema.
Da lugar a denuncias penalmente a quien resulte responsable desde el Consejo de Salubridad General que preside el Presidente y de quienes votaron a favor y para quien lo ordenó publicar y aplicar en lo general y en lo particular.
Primero se puede abrir un proceso nacional, igual contra cada funcionario que incurra en corrupción, violación de garantía y del Estado de derecho.
Aun cuando Obrador dispone del manto protector del Congreso donde predomina y manda la mayoría de Morena para evitar un juicio político, queda la posibilidad de exigir la revocación de su mandato de acuerdo a las últimas reformas constitucionales conforme a lo establecido en los artículos 35, 36, 41, 73, 81, 83, 99, 116 y 122 de la Constitución con el propósito de que la ciudadanía tenga instrumentos legales, para decir, al término de la mitad de su gobierno, si el Presidente, algún gobernador o un alcalde puedan seguir en sus cargos.
Lo importante es de acuerdo a las modificaciones que se hicieron a la propuesta original es que ni el jefe del Ejecutivo ni el Congreso podrán solicitar la revocación, derecho que solo los ciudadanos podrán hacer valer a través del INE. Para tal efecto solo se requiere el 2% de los electores para ser convocada una consulta ciudadana y entonces sí en una consulta nacional votar sobre su permanencia o la revocación de su mandato.
Es por eso que Obrador ve al INE como un “enemigo”. El INE con el respaldo ciudadano pueden poner un hasta aquí al Presidente.
Es suficiente con una petición suscrita por 2 millones de ciudadanos al INE para actuar. El asunto es cuestión de saber encauzar la indignación de la gente ante un Presidente pequeño al que le quedó muy grande el cargo.
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