Carlos
Ramírez
Luego del fraude electoral de 1988 operado por la
Comisión Federal Electoral de la Secretaría de Gobernación al mando de
derrotado precandidato presidencial Manuel Bartlett Díaz, el presidente Salinas
de Gortari inventó una estructura electoral que instauró la democracia indirecta con el consejo general del
IFE como organismo regulador de los
procesos electorales.
En los
hechos, la astucia de Salinas de Gortari trasladó
al consejo del IFE el papel que antes cumplía la CFE de Gobernación. La clave estuvo en la designación de
consejeros --primero ciudadanos y luego electorales-- para evitar la pérdida institucional, sistémica y de modelo de gobierno
del régimen priísta.
A lo largo
de su historia, el IFE-INE ha sido un obstáculo
a la democracia con reglas y dictámenes emitidos por once personas a veces atropellando a la Constitución, cuando
una verdadera democracia no debería
tener intermediarios-filtros. Los órganos electorales sólo deben realizar elecciones y las reglas y protestas tienen que
pasar por otros organismos.
En treinta
años, la intermediación
electoral-democrática del IFE-INE nunca ha logrado una elección en verdad democrática.
El primer
consejo ciudadano de 1994 envenenó
al IFE con su red de intereses ideológicos del sistema/régimen/Estado priísta.
Su organización fue planeada por
Salinas: una pluralidad de representantes de corrientes ya institucionalizadas --o, en palabras directas-- políticamente domesticadas por el PRI:
--La
izquierda comunista llegó con José Woldenberg, ex militante del PSUM ya institucionalizado en el sistema
oficial de partidos en 1978 con la legalización del Partido Comunista Mexicano
y sin ideología de ruptura
socialista. Fue la versión de la izquierda socialista universitaria de lucha de
porros
y no lucha de clases. Woldenberg era ya, entonces, transicionista no socialista y pertenecía
al grupo salinista de Aguilar Camín.
--La derecha arribó con Santiago Creel Miranda, director general de la
COPARMEX, un sindicato patronal del conservadurismo duro que buscaba garantías de votos; además, Creel había
encabezado una corriente de reforma transicionista
del sistema priísta, no su relevo.
--El centro crítico estuvo con Miguel Angel
Granados Chapa, un periodista dispuesto a ingresar
en el sistema/régimen y perder su independencia de criterio. En 1999 aceptó la
candidatura del PRD a gobernador por Hidalgo y perdió. En este sentido, Granados siempre estuvo dentro de los de bloques de poder del
régimen priísta.
--José
Agustín Ortiz Pinchetti fue, en 1994, un adelantado
de la lucha civil en organizaciones ciudadanas por la democracia. Pero sus
objetivos no eran la ruptura
política de sistema/régimen/Estado priísta, sino tan sólo la conquista ciudadana de algunos espacios
en esa estructura dominante de poder.
--Ricardo
Pozas Horcasitas, con poco activismo
dentro de la política práctica, fue un importante académico con estudios
críticos sobre ciertas funciones del régimen priísta, pero tampoco buscaba el relevo rupturista del régimen priísta.
--Y
Fernando Zertuche Muñoz era un funcionario
institucional con prestigio, pero nunca
identificado con corrientes renovadoras o rupturistas.
Desde 1994,
el consejo general ha sido configurado por figuras funcionales al sistema/régimen/Estado priísta. Su tarea ha sido la
de garantizar una democracia procedimental que no cambie el sentido ideológico del equilibrio de partidos fijado por el PRI. Los presidentes del
consejo general del IFE-INE son la última
línea de defensa del régimen priísta --sea con el PRI, el PAN y ahora con
Morena-- y su tarea es imponer una democracia autoritaria de procedimientos. El castigo de Woldenberg al PRI con
mil millones de pesos de multa fue, en realidad, un parón al grupo priísta de
Roberto Madrazo.
Los
presidentes del consejo general han sido de la izquierda institucionalizada del priismo salinista (Woldenberg), del priísmo
panista rancio de la maestra Gordillo (Luis Carlos Ugalde), del PRD sin rumbo
(Leonardo Valdés Zurita) controlado
ya por grupos priístas y ahora (Lorenzo Córdova Vianello) de la academia priísta del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el último castillo del priísmo de los abogados alemanistas, con alianzas con
el salinismo woldeberiano de quien
fue asesor.
El IFE-INE
es la última institución priísta que
requiere demolición para una verdadera transformación
de la vida política nacional. Y aún
hay tiempo: después de las elecciones del 2021 y antes de las presidenciales del 2024.
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Política para dummies: La
política es el disfraz del poder real.
@carlosramirezh
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